lunes, febrero 02, 2009

ARTÍCULO " LIBRE, JUSTO O MISERICORDIOSO...QUE HACER ? "




ARTÍCULO" ¿LIBRE, JUSTO O MISERICORDIOSO...QUE HACER?".
POR PROF.DR. MERVY ENRIQUE GONZÁLEZ FUENMAYOR.
REDACTADO Y PUBLICADO EN RED LUN 01 FEBRERO 2009.

La siguiente nota tomada de internet es propicia para v reflexionar sobre los temas de la justicia, la libertad, la misericordia, la fe etc. Sin adelantar mi opinión sobre su contenido, no obstante que poseo coincidencias con algunas de sus expresiones, resérvome mi irrestricta carencia s de solidaridad con sus tesis. la única razón por la cual la someto al microscopio de mis lectores, es la gran fuerza estimulatoria de búsqueda de la verdad, en orden a lograr la salvación de nuestra alma. En otra oportunidad abordaré con detalles el tema. Aspiro que la transcripción siguiente genere mas provecho que inutilidad. Amen y amen...
Entonces ¿qué hacer? La respuesta es Convertíos “estad vigilantes pues no sabéis ni el día ni la hora”, si no ocurrirá como “al siervo inútil, arrojado a las tinieblas exteriores y el rechinar de dientes.
Como dice la parábola del rico epulón y el pobre Lázaro. “Había un hombre rico que vestía de púrpura y lino finísimo, y cada día celebraba espléndidos banquetes. Un pobre, en cambio, llamado Lázaro, yacía sentado a su puerta, cubierto de llagas, deseando saciarse de lo que caía de la mesa del rico. Y hasta los perros, acercandose le lamían sus llagas. sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; murió también el rico y fue sepultado. estando el el infierno, en medio de los tormentos, levantando sus ojos vio a lo lejos a Abrahán y a Lázaro en su seno; gritando, dijo: Padre Abrahán, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en estas llamas. contestó Abrahán: Hijo, acuérdate de que tú recibiste bienes durante la vida y Lázaro, en cambio, males; ahora, pues él es aquí consolado y tú atormentado. además de todo esto, entre nosotros y vosotros hay interpuesto un gran abismo, de modo que los que quieren atravesar de aquí a vosotros, no pueden; ni pueden pasar de ahí a nosotros. Y dijo: Te ruego entonces, padre, que le envíes a casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos para que les advierta y no vengan aquí también a este lugar de tormentos. Pero le replicó Abrahán: Tienen a Moisés y a los Profetas.¡Qué los oigan!. El les dijo: No, padre Abrahán; pero si alguno de entre los muertos va a ellos, se convertirán. Y le dijo: si no escuchan a Moisés y a los Profetas, tampoco se convencerán aunque uno de los muertos resucite.
Mirando la parábola del rico epulón podemos ver lo siguiente: Después de la muerte no cabe conversión posible, ya se dieron todas las oportunidades en la vida temporal. Los condenados al igual que los demonios tienen fe, pero carecen de caridad y de esperanza sufriendo de una manera horrenda de tal manera que una consuelo tan mínimo como mojar un poco la lengua les parezca un gran alivio. Pero lo mas terrible es que el cielo y el infierno están separados por un abismo insondable, que no se puede atravesar en ninguna de las dos direcciones. La razón es que en el infierno no cabe amor de Dios. Por último es muy aplicable al caso que meditamos que no reaccionarán los hombres por cosas extraordinarias, como avisos de los muertos, si no están dispuestos a usar los medios ordinarios previstos por Dios: la ley de Dios y la Iglesia, diríamos los cristianos. Los que odiaron a Lázaro resucitado son una buena prueba de esta actitud tan obcecada.
¿Y la libertad? El más allá también nos da luces para entenderla mejor. En los hombres la libertad es un riesgo, pues podemos usarla mal y pecar; esos pecados pueden conducir al infierno si son graves o al purgatorio si son leves. Pero existe el Cielo como premio conseguido por el buen uso de la libertad que responde de un modo positivo a la gracia de Dios. Si no hubiese Cielo o Infierno toda conducta sería equivalente. La libertad sería una libertad sin consecuencias. Hagas lo que hagas da igual porque el destino es el mismo, es igual amar que odiar, robar que trabajar, ser generoso o egoísta y eso no es lógico ni coherente. Dios toma en serio al hombre, y no quiere quitarle su libertad. Existe un riesgo, pero con hombres libres el universo es eternamente más hermoso, porque los hombres pueden amar libremente. No somos ni máquinas, ni animales, sino seres libres con todas las consecuencias que esto lleva consigo.
¿Y la justicia? Basta una mirada superficial al mundo para comprobar la multitud de injusticias que quedan impunes en esta tierra. Esto contrasta más aún con la vida dura de muchos inocentes o de los males que padecen algunos por culpa de otros. ¿Pensar que la suerte de todos serán igual después de esta vida es algo que irrita porque es injusto? Dios es el único Justo con plenitud, El juzgará a cada hombre con todos los agravantes y excusas posibles, aunque atempere su justicia con la misericordia, será verdadera justicia basada en la verdad plena. Si en esta vida la justicia es una aspiración siempre imposible de llenar, en la otra vida será plena y total. Es muy posible que muchas de las violencias de nuestros tiempos tengan un fundamento no pequeño en la pérdida del sentido de un Dios absolutamente justo que dará a cada uno según sus obras. Muchos se comportarían con menos violencia y desvergüenza si fuesen conscientes del castigo que corresponde a la injusticia y el escándalo. Otros muchos se alegrarán con el premio justo que Dios se reserva para los hombres de buena voluntad. “Cuando se choca con la amarga injusticia de esta vida, ¡cómo se goza el alma recta, al pensar en la Justicia eterna de su Dios eterno!”







¿Y la misericordia? No se opone a la justicia ya que ambas se basan en el Amor de Dios. La misericordia se manifiesta en la multitud de ayudas que el hombre recibe en esta vida. Basta mirar el Sacrificio de Cristo en la Cruz para comprobar hasta donde puede llegar la misericordia divina; si a ello sumamos las muchas gracias que todo hombre recibe y la gracia suficiente para salvarse, que es como una gracia especial para que nadie pueda decir que él no ha tenido las oportunidades suficientes para salvarse, nos encontramos con un derroche de misericordia que equilibra lo que exige la justicia. Incluso es posible pensar que el mismo infierno está atemperado por la misericordia divina dentro de su eterno sufrimiento, pues podía ser peor por la malicia que lleva consigo el pecado y la resistencia a la gracia redentora que Dios ofrece con amor liberal. El infierno es la autoexclusión del amor de Dios -del cielo- del que rechaza la misericordia de Dios.
Pero el tema que más nos interesa es la noción de Dios que refleja la justicia de Dios. Puede infiltrarse un resentimiento de temor que lleve a pensar que Dios es cruel, o que es un Padre malo, o poco bondadoso. Y esto es lo que, de hecho ocurrió a algunos como se puede ver en las controversias sobre la justificación entre Lutero y los católicos, y luego los gritos sobre la crueldad de Dios en Nietzsche, que se repiten en la calle cuando los hombres sufren y no entienden el sufrimiento.
Lutero, siempre vehemente, empezó siendo un religioso muy estricto y celoso en el cumplimiento de la regla, dando la impresión de un esfuerzo demasiado duro, y probablemente, escrupuloso, sino verdaderamente pecador como él mismo dice.. Esa tensión aumenta por las dificultades de la práctica y, sobre todo, cuando advierte la persistencia de las malas inclinaciones, a pesar del uso reiterado de los sacramentos y de las prácticas ascéticas recomendadas en las reglas monásticas. Esto le produce una gran insatisfacción y desasosiego interior: "¿Cómo conseguir un Dios clemente?" (WA 37,661,29). Inesperadamente, en lo que considera una iluminación, encuentra consuelo y solución en la Carta a los Romanos. Al final de su vida (1545) recuerda la experiencia: "Cuando, tras meditar día y noche, por la misericordia de Dios, encontré la relación de estas palabras 'la justicia de Dios se revela en él como está escrito: el justo vive de la fe' empecé a pensar que la justicia de Dios es aquella por la que el justo vive por el don de la fe, es decir, por la fe; y que el sentido era que la justicia de Dios se revela por el Evangelio: justicia pasiva por la que Dios misericordioso nos justifica por la fe, como está escrito 'el justo vive por la fe' (...). Este pasaje de Pablo fue para mí la puerta del paraíso" (WA 54, 186). Llega a la conclusión de que la vida cristiana consiste en ponerse en manos de Dios y confiar firmemente en su perdón. No hay que pensar en la justicia de las obras, sino en el perdón de Dios anunciado por el Evangelio (Para él, la “Buena Nueva” consiste precisamente en ese perdón). Desde entonces la Carta a los Romanos, especialmente en los capítulos 3 a 7, es la clave para su interpretación de la fe cristiana. Y se convierte en el texto básico de la tradición luterana.( DR... ENRIQUE CASES: ¿QUIEN ES DIOS?)




ETIQUETAS: DIOS INJUSTO, DIOS VENGATIVO, DIOS CRUEL, DIOS PERDONADOR, DIOS CARITATIVO Y MISERICORDIOSO,

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