lunes, agosto 20, 2007

" VIVIR Y DEJAR VIVIR: UNA FORMULA PARA NO METERSE EN PROBLEMAS "

" VIVIR Y DEJAR VIVIR: UNA FORMULA PARA NO METERSE EN PROBLEMAS "

Por: Prof. . Dr.Mervy Enrique González Fuenmayor

Domingo 19 de Agosto de 2007, 9 Y 45 minutos de la noche.

Maracaibo-Estado Zulia.República de Venezuela .América del Sur.

El título de la presentes reflexiones conllevan a un grueso sector de la población a asumir una actitud que es exageradamente común en los momentos actuales en nuestra sociedad Es tan recurrente está fórmula de vida, que algunos han llegado hasta afirmar que si "no te metes con nadie ·” , y dejas que cada quien actúe como mejor le parezca, siempre y cuando este tipo de conducta no te cause ningún perjuicio, entonces eso no es tu problema, si no se vincula con los tuyos ( familia y entorno ) y mucho menos se relaciona con tu modo de vida, decisiones y forma de conducirse de los miembros de tu núcleo familiar y de tu parentela. Esta particular manera o fórmula de vivir nuestra vida, es a los ojos de la presente sociedad y del mundo: " una conducta, una actitud muy buena de quien la práctica como un esquema de vida". Por ello ser bueno, para muchos es asumir con naturalidad---- aún conductas rayanas en lo inmoral, tales como el latrocinio, las desviaciones sexuales, la conductas agresivas, la intolerancia, el peculado o hurto de los dineros públicos, y otras muy usuales----- aquellas conductas, actitudes, situaciones, valores etc. que aunque sean censurables, no nos afecten a nosotros mismos, a nuestro núcleo familiar o a nuestro entorno. En una palabra, es el ejercicio de la indolencia, de la ausencia de solidaridad, de la negación de los valores más supremos de la convivencia humana--- como lo son: la justicia, la verdad, la solidaridad, el amor al prójimo, la autenticidad, la integridad--- y también la negación de la esencia misma del ser humano, el cual creado a imagen y semejanza de Dios, participa de sus características y sobre todo en lo referente al amor, la misericordia, la piedad, la caridad, la verdad y un sentimiento de coexistencia con sus congéneres que lo llevan a realizar e incluso actividades que ponen en riesgo su propia vida para salvar la de otra persona. Ciertamente la palabra de Dios nos enseña que es indescriptible, indefinible e imposible de expresar con palabras, la gracia y misericordia que obtiene de Dios, aquel: " que da la vida por un amigo". Y aquí la palabra de Dios lo que realmente nos traduce es que cualquiera que da la vida por el prójimo adquiere gracia y bendición ante nuestro creador.

Causa tristeza y mucho dolor emocional, la prevalente actitud actual que se materializa por la circunstancia de que la mayor parte de los seres humanos, les importa un bledo los sufrimientos, necesidades, obstáculos, problemas y dificultades por las cuales atraviesa su prójimo o su semejante. ¿Cuántos de nosotros hemos presenciado algún accidente de tránsito u otro tipo de situaciones , en las cuales han resultado lesionados algunas personas y sin embargo actuamos como alguno de los personajes indolentes , que intervienen en la parábola del buen samaritano , al seguir de largo, no deteniéndonos para ayudar al necesitado, herido , enfermo o lesionado ?. En esta parábola en la cual solamente uno de los viajantes ---- precisamente el oriundo de Samaria---- se detuvo para ayudar a la persona que había sido víctima de unos asaltantes y que después de golpearlo lo dejaron a su suerte. Y este samaritano no solamente se detuvo y le prestó ayuda, sino que además pagó por adelantado los días que el lesionado podría ocupar en una pensión, con ocasión de su convalecencia o restablecimiento. Así ocurre generalmente en nuestra vida cotidiana. Pensamos primeramente nosotros, en segundo término: en nosotros, en tercer término: en nosotros y si hubiese una cuarta hipótesis, también pensaríamos en nosotros. Tratamos de evadir nuestra responsabilidad con argumentaciones baladíes, triviales e insustanciales, para no cumplir con nuestra obligación de seres humanos, de cristianos, de ciudadanos en procura de ayudar al necesitado y ser solidario con quien se encuentre un momento de tribulación, tragedia o dificultad. Yo me pregunto ¿ Cuando nosotros estamos en problemas, no nos gustaría acaso, que alguien nos ayudara ? ¿ Ahora, si nosotros no hemos sido solidarios, tolerantes, piadosos, caritativos o simple y llanamente humanos, porque entonces debemos esperar que nos ayuden? Estas interrogantes, más que ellas sus respuestas, son dramáticas y realmente deberían tocar nuestra fibra más íntima. Ellas nos desplazan por las vías de la reflexión y del papel o función que nosotros cumplimos, estamos cumpliendo o deberíamos cumplir en el ciclo vital que nos ha tocado. Precisamente esta reflexiones, que me permito hacer en este domingo 19 de agosto de 2007, cuando n son aproximadamente las 9 y 45 minutos de la noche, devienen de una de las lecturas que se proclamaron en la eucaristía de este domingo 19 de agosto, específicamente la segunda lectura referida a la carta del apóstol san Pablo a los hebreos, capítulo 12, versos 1-4.

En el contenido de ese extracto, de la carta a los hebreos, emerge con gran fuerza una extraordinaria enseñanza, la cual en mi humilde opinión se localiza en el siguiente texto: " mediten, pues, en el ejemplo de aquel que quiso sufrir tanta oposición de parte de los pecadores, y no se cansen ni pierdan el ánimo, porque todavía no han llegado a derramar su sangre en la lucha contra el pecado". Y en otra parte de ese mismo extracto leemos lo siguiente: "El en vista del gozo que se le proponía, aceptó la cruz, sin temer su ignominia, y por eso está sentado a la derecha del trono de Dios". Y continúa la escritura enseñándonos: "..... Rodeados, como estamos, por la multitud de antepasados nuestros, que dieron prueba de su fe, dejemos todo lo que nos estorba; librémonos del pecado que nos ata, para correr con perseverancia la carrera que tenemos por delante, fija la mirada en Jesús, autor y consumador de nuestra fe.... ".

Las citas bíblicas son contundentes para rechazar, esa fórmula que la mayor parte de nosotros ha aceptado como buena y como efectiva para llevar una vida tranquila y alejada de los problemas. La enseñanza de ese texto sagrado radica en la obligación primaria que tenemos todos los seres humanos de luchar por el establecimiento de la verdad en cualquier situación en la cual nosotros no veamos involucrados, bien como parte de la misma, como testigos de derecho o como meros espectadores. Nos enseña la palabra de Dios que no es correcto, adecuado y mucho menos cristiano, " hacernos de la vista gorda "---- lo latinoamericanos usamos esta expresión, cuando no queremos involucrarnos en los problemas de otros o simplemente fingir que no hemos visto nada de lo que ha acontecido en nuestras propias narices---- o ser indolentes, ajenos al mal de nuestro prójimo o mostrarnos como ignorantes de una situación injusta cuyo clamor llega el cielo. De allí que se impone más temprano que tarde un cambio en nuestra actitud y forma de vivir nuestra vida, porque de lo contrario nuestra ancianidad, si es que llegamos a ella, va ser tortuosa y cargada de recuerdos que dirán y gritarán cosas, hechos y situaciones en las cuales no supimos comportarnos como verdaderos humanos, cristianos y guardando siquiera una pizca de solidaridad, caridad, amor al prójimo y lo que es más importante: el amor a Dios. Quien practica el bien, práctica también el evangelio y en consecuencia la palabra de Dios, y por ello ganará su aceptación, su misericordia, su amor y lo mas valioso : la vida eterna.

Amigo y amiga que lees estas reflexiones, te ofrezco todas las excusas que tú aspiras, pero no puedo quedarme callado ante las injusticias y el modo de proceder de alguno de nuestros congéneres. No me refiero a ti. Pero si a los que actúan de esa manera cómoda, inhumana y egoísta. He sido --- y lo seguiré siendo--- un convencido de que es mil veces preferible tener muchos problemas, incluso , perder la vida por hacer el bien, que perderla por hacer el mal o evadiendo nuestra suprema responsabilidad de hacer el bien. Esa palabra de Dios que hemos transcrito, en el extracto ya señalado, nos indica que prácticamente nosotros no hemos sufrido absolutamente nada, en relación con el cumplimiento de nuestro deber.. Si nos detuviéramos a examinar concienzudamente esa palabra de Dios, nos daremos cuenta que san Pablo parafraseando parte del contenido de los evangelios, nos señala que no debemos perder el ánimo, porque todavía no hemos llegado a derramar nuestra sangre en la lucha contra el pecado. Imaginémonos entonces lo que nos falta para alcanzar el grado de excelsitud de un buen hijo de Dios, cuando difícilmente estaremos dispuestos a derramar nuestra propia sangre para ayudar a otro o simplemente para luchar contra el pecado. Eso es lo que nos exige como mínimo el perfil de un ser humano bondadoso, justo, auténtico, probo, honesto, solidario, transparente, integro y altruista. Si nosotros hemos incorporado a nuestros patrones de conducta el hacer el bien a los demás, la palabra del Señor transcrita nos insta a seguir haciéndolo, no obstante la vida nos siga presentando en contra nuestra: ingratitudes, inconsecuencias, injusticias, calumnias, difamaciones, pesares, campañas de descrédito, situaciones económicas de dificultad o calamitosas y otras que no causan daño no solamente nosotros si no a nuestra familia y a nuestro entorno. Todavía ---seguramente--- nos faltarán pruebas, entre ellas la probabilidad de derramar nuestra propia sangre como sacrificio a la verdad, a la justicia o meramente en el combate en contra del mal… o del pecado como reza la palabra de Dios prealudida. Recibe de parte de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra madre Santísima Virgen María abundantes e infinitas bendiciones, y muchísimos dones espirituales y materiales. Amen y amen.

Su hermano en Cristo Jesús : Prof..Dr.Mervy Enrique González Fuenmayor .