lunes, enero 29, 2007

Un Caso Llamado LUZ

Por Mervy Enrique González Fuenmayor

Luego de dos décadas sirviéndole con vocación, mística y sentido de pertenencia a una institución centenaria como La Universidad del Zulia, Alma Máter donde nos formamos como abogados e ingresamos como catedráticos; y observar su estado, no queda menos que preocuparse profundamente o ponerse llorar. Si usted necesitase vincularse con nuestra Máxima Casa de Estudios, sea como estudiante, profesor, obrero, empleado o público en general, concluirá que nuestra universidad padece el mismo deterioro de la sociedad actual y el debilitamiento o distorsión de los valores éticos, morales y espirituales. La Universidad del Zulia, según su ley creadora, es una comunidad de intereses espirituales y en ella convergen todas las corrientes del pensamiento con un solo propósito: la búsqueda de la verdad y el afianzamiento de los valores trascendentales del hombre. Da la impresión que éste desiderátum no se cumple. Basta con visitar alguna de sus dependencias para que usted intuya la carencia del espíritu de servicio en un gran sector de quienes allí laboran, un profundo desprecio por las más elementales normas de educación y urbanidad. Algunos de sus profesores, empleados, obreros y hasta estudiantes (bolsa de empleo, becas-trabajo, etc.) laboran porque necesitan el quince y último, y aunque hicieron esfuerzos titánicos para ingresar a ella y servirle, no lo hicieron por los motivos inmanentes y trascendentes, sino por ganarse un sueldito. Casos análogos ocurren con algunos que, mancillando la función de investigadores, se han limitado durante su paso por esta institución a fungir como meros asalariados sin efectuar aporte alguno. Las situaciones anteriores encuentran su concreción en espacios de concentración del poder universitario: rectorado, decanatos, unidades de investigación, postgrado, CONDES, direcciones de escuela o de otro tipo, centros de estudiantes, oficinas sindicales, sedes gremiales, bibliotecas, etc., donde el lamentable espectáculo de la flojera, la vagancia, la pereza, el ocio y otros males que golpean fuertemente la hoy maltratada universidad se ha entronizado. Mi posición frente al gobierno actual es conocida, no obstante considero que el ciudadano Presidente de la República, Hugo Rafael Chávez Frías no deja de tener razón cuando ha señalado frecuentemente que en nuestras universidades son muchos los vicios, corruptelas y distracciones de recursos económicos que en ella se suscitan. Éstas afirmaciones me traerán muchísimos problemas, pero poco importa, ya que “con la verdad ni temo ni ofendo” (Artigas), y además: “Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios” (Mt. 3, 20-21). Finalmente dejo a salvo a todos aquellos miembros de esta universidad que han desarrollado su actividad bajo la égida de la honradez, la probidad, productividad, eficiencia, moralidad y sentido de pertenencia, por los que muestro mi agradecimiento y reconocimiento, pero a los otros, que la justicia terrenal como divina les persiga hasta el final de sus días. Amén.