LA NOTA CORTA. "NOSOTROS Y LA SIMPATÍA".
POR PROF. DR. MERVY Y ENRIQUE GONZÁLEZ FUENMAYOR.
MARACAIBO. ESTADO ZULIA. REPÚBLICA DE VENEZUELA. AMÉRICA DEL SUR.
TRASLADADO A LA RED EN SÁBADO 04 OCTUBRE 2008.
Poseer simpatía es un don y al mismo tiempo una actitud, una forma de conducirnos y un particular modo de actuar en cada una de las situaciones que nos toque vivir o en las profesiones o fusiones que nos toque desempeñar. Aparentemente la simpatía pudiera ser algo la cual se nace. Ello de cierta manera es parcialmente correcto. Genéticamente podemos ser simpáticos o antipáticos. De personalidad estable o inestable, de carácter severo o ligero, de hablar recio o suavemente, del mismo modo pudiéramos ser agresivos o pacíficos, introvertidos o extravertidos, etc.. Pero la simpatía aunque no se nazca con ella se puede cultivar, se puede desarrollar, se le enseñar a alguien antipático, como no serlo y además desarrollar un aprendizaje para lograr ser simpático. En principio la simpatía nos viene de nuestras interioridades, de nuestra personalidad, de nuestras actitudes y de la forma en la cual percibimos el mundo que nos rodea así como la calidad o características que particularmente le asignemos al modo de relacionarnos y a las relaciones sociales propiamente dichas. El lector sabe a ciencia cierta las consecuencias de mostrarnos simpáticos frente a nuestros géneros o actuar antipáticamente. En el primer caso resulta obvio que la adquisición de nuevos amigos, el buen trato en la relación relaciones con los terceros, el logro de las metas o propósitos perseguidos, tienen para la persona simpática casi todo el camino recorrido y evidentemente una gran ventaja para obtener mejores resultados en su vida social, económica, política, académica, religiosa y en cualquiera de los aspectos en los cuales se mueva. Para el antipático la vida, las relaciones sociales o de cualquier otro tipo, constituyen una cuesta empinada que le costará mucho subir, si no cambia su antipatía. Cuando esté sujeto se vincula con los demás generalmente genera rechazo, contradicción y a veces en extremo: repulsión. Es probable que la persona antipática no quiera conscientemente dar u ofrecer esa imagen, pero desafortunadamente y para su infortunio no lo puede evitar. Es aquí donde precisamente tiene asidero lo que manifestamos en líneas anteriores. La persona antipática debe recorrer y vivir un proceso de transformación o al menos de reajuste o modificación de sus actitudes, conductas y modos de percibir el mundo, las personas y la vida. Deberá encarar un proceso que lo lleve a sustituir racionalmente sus antipatías para luego internalizar estas nuevas actitudes y procederes, de manera que puedan salir espontáneamente, libremente, de manera que la vinculación cuatro personas se haga menos difícil, menos traumática y más cordial, afable y alegre. No obstante existe un camino más corto para que el antipático pueda lograr ser una persona alegre, cordial, tratable, afable y con cierta química para ganarse el aprecio de los demás. Ese camino es el de la fe y la creencia Dios. Para Dios no hay nada imposible y si nosotros reconocemos nuestra antipatía y le oramos al señor solicitando su auxilio, ayuda, socorro, para que tome en dirección de control sobre nuestra vida y a través de su misericordia suprimir , deslastrar, eliminar nuestros aspectos y actitudes antipáticas, seguramente el escuchará y hará que una transformación profunda se apodere de ti y mediante el desarrollo y cultivo de la generosidad, bondad, justicia, alegría, perdón, misericordia, solidaridad, amor por el prójimo etc. seguramente lograras ser una persona simpática y por ende la posibilidad de vivir una existencia más agradable, más alegre y con muchísima paz, todo bajo la orientación, supervisión y protección de nuestro señor. Animo, gozo, alegría...
ETIQUETAS: SIMPATÍA, ANTIPATÍA, CORDIAL, REPELENTE,
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