En este vídeo, se destaca la actitud que deben asumir los creyentes en Cristo respecto del mandato y conveniencia de orar en comunidad, es decir en grupo. El ejercicio de la profesión de fe cristianan no es individualista, ni mucho menos segregacionista. Es por el contrario un llamado a la unidad, a la reunión con el prójimo, de allí que la expresión Religión proviene de otra: Religare, que traduce "unión de dos o más personas". Es así entonces que el propio Jesucristo, en una manifestación categórica y más allá de cualquier duda, les comunicó a sus apóstoles que una de las mejores formas para que el Padre escuche nuestras oraciones es reunirse dos o más personas para invocar la presencia de Cristo. Esta presencia se materializará con toda seguridad, pues Dios no miente, y si él afirma que cuando dos o más estén reunidos él estará en medio de ellos, esta es una verdad absoluta, que no admite ni réplica ni refutación alguna. Se reúnen dos, porque conjuntamente con Jesús forman la trilogía de la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Pero si fueran más de tres, es decir, tres o más creyentes reunidos, el sentido es el mismo, porque Jesús, que es la cabeza visible de la Iglesia, preside tanto la pequeña asamblea de dos o tres, como la milenaria de creyentes en todo el mundo. No dejes entonces de orar con tu hermano, cuando menos. Esa oración llega al Cielo, y recibirás lo que has pedido. Solamente debes mostrarle al Señor tu fe, tu adoración por Él, tu voluntad de seguirle, y la apertura de tu corazón, para que Él pueda entronizarse en él y guiarte por senderos de luz, verdad y justicia. Amén y amén.
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