sábado, agosto 12, 2006

¿Le Cuido el Vehículo?

LA HIPÓCRITA SOLIDARIDAD


por Mervy Enrique González Fuenmayor

- Jueves 10 de agosto de 2006 -


Son tantas las cosas que ocurren en este mundo, que ciertamente cuando uno se decide a materializar por escrito algunas ideas y pensamientos, se da perfectamente cuenta que existe una multiplicidad de situaciones, hechos y fenómenos que a pesar de que forman parte de nuestro entorno no las percibimos, o simplemente las ignoramos o no queremos involucrarnos con ellas. Una de esas situaciones es justamente la que subsume el título de las presentes reflexiones. De ello podemos dar fe la mayoría de las personas que vivimos en los países latinoamericanos, aunque también es frecuente observar el mismo fenómeno en países desarrollados o civilizados como acostumbran algunos llamar. Generalmente el cuidador o los cuidadores de carros, coches, automóviles o vehículos es gente necesitada, carente de recursos económicos, personas que viven prácticamente en la indigencia o sencillamente no tienen empleo o la fuente segura para proveerse la satisfacción de sus propias necesidades. El perfil de estas personas suele coincidir con niños, ancianos, discapacitados, con problemas de conducta y a veces personas con un grado de enfermedad bastante elevado, ya se trate de enfermedades orgánicas o psíquicas.

Las situaciones que hemos esbozado en el párrafo anterior necesariamente debemos vincularlas con el problema de la solidaridad humana, y esta debemos entenderla como adhesión circunstancial a la causa o empresa de otros. No se requiere ser especialista para calificar la problemática conductual humana, ni mucho menos poseer conocimientos extraordinarios para poder percibir quiénes son las personas que necesitan de nuestra ayuda y de nuestra solidaridad, sin embargo como ya he dejado entrever al inicio de este artículo, existen un número mayoritario de personas que no practica la solidaridad como una actitud piadosa, de misericordia, de caridad y amor al prójimo. Son aquellos que viven una vida ejerciendo y manejando la filosofía que el siglo veinte y también el inicio de este siglo veintiuno ha dado en llamar: la filosofía de ganar-ganar. Pobres personas, hasta este momento ellos han creído y pensado que los infelices son esos pobres, carentes de recursos económicos para proveerse una vida próspera o simplemente la satisfacción más o menos decorosa de sus necesidades. Creen y hasta los califican como infelices, por qué viven en la marginalidad y porque exhiben su miseria económica sin ninguna vergüenza. Pero la experiencia y el correr de los años me ha revelado que ciertamente a quienes se le podría considerar como infelices son a esas personas que van por el mundo pensando que la riqueza, el bienestar, la prosperidad, la buena vida, la profesionalización, la buena educación y una excelente posición social son los mecanismos y medios que garantizan la felicidad, la paz, la alegría, el amor y todas las cosas buenas de esta vida. Nada más incierto y falso que esta particular forma de percibir la vida, el mundo y quienes vivimos en él.

Se trata en una sola palabra de gente que no tiene solidaridad, generalmente son personas egoístas, mezquinas que sólo piensan en su propio bien y no les importa la suerte o la desgracia que persigue a los desprotegidos, necesitados, enfermos, desvalidos y olvidados de Dios. ¡Qué triste e irónica es la vida! Lo tenemos todo, o al menos creemos tenerlo, riqueza, poder, fama, buena posición, reconocimiento, títulos, prestigio y sin embargo vivimos una vida vacía llena de problemas que no nos atrevemos a conversarlos con nadie y que han dejado nuestra epidermis ética, familiar y moral tan lesionada como que si hubiese sido castigada con un látigo acerado. Esa es la absurda realidad: tenerlo todo pero en definitiva no tener nada, porque quien carece de amor, paz, armonía y la buena convivencia familiar y con el entorno, aunque fuese grandemente rico y pudiese satisfacer cualquier necesidad o capricho, ello no bastaría para llenar el vacío que sienten en su alma y en su corazón y al mismo tiempo en su familia. Ese vacío jamás lo puede llenar el dinero, la prosperidad o el cumplimiento de las metas que nos hayamos trazado en nuestra vida, sean estas sociales, políticas, económicas o de cualquier otra especie. Este vacío o soledad no puede suplirse con bienes materiales, con dinero o con satisfacciones efímeras. Ni con remedios, fármacos, medicamentos o cualquier otro producto sanador; debido a que ese vacío y soledad que experimenta nuestra existencia solamente puede ser cubierto o llenado por el ejercicio pródigo y abundante de actitudes morales, éticas, cargadas de justicia, de amor, de honestidad, de solidaridad, de caridad, de ayuda al prójimo, de ayuda a la sociedad, en fin, con la práctica de las llamadas virtudes teologales y que para mayor abundamiento me permitiré transcribir , dada su importancia, trascendencia en la existencia de cada uno de nosotros y como un medio para que a través de ellas y su ejercicio por parte nuestra hagamos de este mundo un mundo mejor o por lo menos dejarlo en mejores condiciones que aquellas en las cuales lo encontramos cuando nacimos.

Con vuestro permiso, citaré lo que al respecto señala EL CATECISMO DE NUESTRA SANTA IGLESIA CATÒLICA, en relación con LA SOLIDARIDAD HUMANA:

III LA SOLIDARIDAD HUMANA

1939 El principio de solidaridad, enunciado también con el nombre de "amistad" o "caridad social", es una exigencia directa de la fraternidad humana y cristiana (cf SRS 38-40; CA 10):

Un error, "hoy ampliamente extendido, es el olvido de esta ley de solidaridad humana y de caridad, dictada e impuesta tanto por la comunidad de origen y la igualdad de la naturaleza racional en todos los hombres, cualquiera que sea el pueblo a que pertenezca, como por el sacrificio de redención ofrecido por Jesucristo en el altar de la cruz a su Padre del cielo, en favor de la humanidad pecadora" (Pío XII, enc. "Summi pontificatus").

1940 La solidaridad se manifiesta en primer lugar en la distribución de bienes y la remuneración del trabajo. Supone también el esfuerzo en favor de un orden social más justo en el que las tensiones puedan ser mejor resueltas, y donde los conflictos encuentren más fácilmente su salida negociada.

1941 Los problemas socio-económicos sólo pueden ser resueltos con la ayuda de todas las formas de solidaridad: solidaridad de los pobres entre sí, de los ricos y los pobres, de los trabajadores entre sí, de los empresarios y los empleados, solidaridad entre las naciones y entre los pueblos. La solidaridad internacional es una exigencia del orden moral. En buena medida, la paz del mundo depende de ella.

1942 La virtud de la solidaridad va más allá de los bienes materiales. Difundiendo los bienes espirituales de la fe, la Iglesia ha favorecido a la vez el desarrollo de los bienes temporales, al cual con frecuencia ha abierto vías nuevas. Así se han verificado a lo largo de los siglos las palabras del Señor: "Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura" (Mt 6,33):

Desde hace dos mil años vive y persevera en el alma de la Iglesia ese sentimiento que ha impulsado e impulsa todavía a las almas hasta el heroísmo caritativo de los monjes agricultores, de los libertadores de esclavos, de los que atienden enfermos, de los mensajeros de fe, de civilización, de ciencia, a todas las generaciones y a todos los pueblos con el fin de crear condiciones sociales capaces de hacer posible a todos una vida digna del hombre y del cristiano (Pío XII, discurso de 1 Junio 1941).

Para terminar, so pena de que los lectores me califiquen como tedioso, hago mías las opiniones del sacerdote ZEZINHO (El difícil arte de ser bueno), condimentadas con nuestras opiniones:

"Aquel hombre que, en un restaurante de lujo, gastó un tercio de su salario con sus amigos, y que al salir negó una propina equivalente a un sandwich al jovencito que le vigiló en la auto, es criminal y no lo sabe. Gastó su dinero con personas equivocadas. Dio comida al estómago lleno. Negó a quien realmente necesitaba. El marginal es él y no el jovencito , el niño, el anciano, el discapacitado , el indigente , el desprotegido o el necesitado a quien precisamente no le dio la propina por haberle cuidado de su carro, vehículo o coche. Si no quería que esas personas vigilasen su automóvil, tendría que habérselo dicho al momento cuando entró en ese restaurante. El hacer el trato y no cumplir, fue extraordinariamente malvado.

La delincuencia juvenil, la indiferencia, la miseria, y la materialización del crimen en cualquiera que sea la modalidad de estos fenómenos, generalmente es consecuencia de la displicencia de los adultos y la falta de sensibilidad de los padres de familia que no dan nada porque no tienen cambio”.

Con esto le ponemos punto final a estas reflexiones, no sin antes reiterar la necesidad que tenemos todos los seres humanos de practicar la solidaridad humana, porque a través de ella nos edificamos como personas, fortaleciendo nuestros valores éticos y morales así como los familiares, obteniendo trascendencia espiritual y material y al mismo tiempo cumpliendo con el ejercicio de la bondad, el altruismo, la solidaridad, que en definitiva en lo que se necesita para hacer de este mundo, un mundo mejor. No se puede transformar la sociedad si nosotros particularmente no nos hemos transformado interiormente, si nosotros cambiamos para lo bien y dejamos atrás el egoísmo, la mezquindad, la falta de sensibilidad humana, la vanidad, la envidia, la petulancia, la soberbia, la prepotencia, la autosuficiencia en todos aquellos sentimientos que nos aíslan de nuestra condición humana , estoy plenamente seguro que este mundo cambiará y que en lo individual tendremos una vida rica en bendiciones, en paz, en prosperidad, en alegría, en amor y prodiga en bienes espirituales y materiales. Que Dios y La Virgen Madre María bendigan a los lectores de este artículo y de todos aquellos que contengan orientaciones edificantes e igualmente para todos sus familiares y amigos. Amén... y Amén.-

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Un excelente artículo del cual dudamos pueda hallarse opinión en contrario. La sencillez y la honestidad con la que es llevado le hacen toda una joya de la literatura reflexiva. ¿Cuántos de nosotros no hemos sido hipócritamente solidarios por alguna vez en nuestras vidas, presumiendo de inmaculado proceder? Extiendo mis felicitaciones al Dr. González por tan buena pieza. ¡Avanti!

Anónimo dijo...

Jose Gregorio Uzcategui
Que oportuna es esta reflexion que no solo deja ver nuestra flaquezas humanas, sino, esa forma de ver la vida como una oportunidad para siempre sacar ventaja, cuando a nuestro alrededor en nuestro metro cuadrado existen personas que necesitan un gesto, una mirada o el insprecindible pero necesario dinero para que puedan agradecer un dia mas de vida, sus palabras Dr. en buenahora rejuvenecen mi espiritu, Dios lo bendiga! UN APRETON DE MANOS CON AFECTO. Que el Dios de los nuevos comienzos ilumine los corazones de todos los que lean este articulo.Maracaibo-Venezuela

johanna dijo...

ES MUY BUENA LA REFLEXION, YA QUE MUCHAS VECES NOS TOPAMOS CON PERSONAS COMO ESTAS, Y LA INDIFENRENCIA NOS INVADEN, PENSAMOS QUE COMO VIVIMOS EN MEJORES CONDICIONES QUE ELLOS, SOMOS MEJORES, COSA QUE SE PONE EN DIVERSAS OCASIONES EN DUDA, LO QUE VERDADERAMENTE HACE DE UNA PERSONA MEJOR, ES LA DEMOSTRACION DE SOLIDARIDAD HACIA CUALQUIER PERSONA QUE LO NECESITE, Y SE QUE DE UNA U OTRA MENERA PODEMOS AYUDARLO.. LA PROXIMA VEZ QUE SE NOS DE LA OPORTUNIDAD DE ESTAR FRENTE A UNA PERSONA COMO ESTA (SEGURAMENTE SON MUCHAS LAS OPORTUNIDADES) DETENGAMONOS, PENSEMOS Y REFLEXIONES...