"EL CIELO, EL REINO DE DIOS Y LAS PROSTITUTAS"
Por Mervy Enrique González Fuenmayor
- Maracaibo, domingo, 23 de julio de 2006; 8:45 pm -
Desde hace unos cuantos días, ha venido revoloteando en mi cabeza, la posibilidad de escribir un artículo relacionado con las prostitutas y en general vinculado con aquellas personas que desafortunadamente andan por la vida descarriados con descarriadas por diversas razones y que van a constituir el centro de estas reflexiones. Me refiero no solamente a la mujeres que se han dedicado al oficio más viejo de la humanidad como lo es la prostitución, y que hoy en día ha adquirido modalidades y formas inusitadas y enmascaradas en el conjunto de relaciones que a ratos diere en la impresión de que se tratase de asuntos o negocios civiles con mercantiles, de prestación de algún servicio o simplemente un trabajo honesto. También como dijéramos al principio , este artículo tratará de abarcar no solamente a estas mujeres sino por extensión a otras personas que transitando el camino de la corrupción, el vicio y los antivalores han caído en una situación de degradación humana y en consecuencia apartados del camino y de la gracia y santidad a la cual Dios nos ha enseñado.
En el mundo actual existen numerosísimas personas que se rasgan las vestiduras solamente con pensar que las prostitutas, los recaudadores de impuestos, los ladrones y cualquier otro tipo de ser humano involucrado en la comisión de algún delito o de algún tipo de conducta que merezca la sanción social, puedan tener la posibilidad de ganar el cielo y de compartir con los mártires y santos el reino de Dios. Pues bien, déjenme desilusionarlos por cuanto en la palabra de Dios podemos encontrar fácilmente las expresiones dirigidas por nuestro Señor Jesucristo a sus apóstoles y a quienes escuchaban su prédica
"cuando Jesús dijo que las prostitutas y los cobradores de impuestos entrarían en el reino de Dios antes que ciertos religiosos de su tiempo, estaba revelando una gran verdad. A veces, personas que viven en circunstancias de pecado son más abiertas a la pureza y a la caridad que personas que, por juzgarse buenas y puras, no aceptan aprender nada de quien no pertenezca a su cerrado club de gente honesta. La bondad vanidosa no es bondad" (P. Zezinho "EL DIFÍCIL ARTE DE SER BUENO ".EDICIONES PAULINAS. CARACAS-VENEZUELA.1999)
Es triste pero con las responsabilidad que tenemos todo los cristianos, ha de afirmarse que en el mundo actual existen tipos de católicos cristianos y a veces por qué no decirlo, laicos comprometidos y predicadores que todavía no han logrado entender que Jesucristo fue enviado por nuestro Padre para sanar a los enfermos, y parafraseando su enseñanza, vino por los descarriados, por los perdidos, por las almas a punto de perderse o pérdidas ya, Jesús es un Dios de misericordia, de piedad, de ternura, de solidaridad, de tolerancia, de amor y en consecuencia vino a desarrollar la actividad más hermosa, tierna e importante que cualquier ser pudiera desplegar: el rescate de aquellos que estaban perdidos , del enfermo moral y físico, de aquel que se encuentra sumergido en el mundo de los vicios, de la droga, de la inmoralidad, de la corrupción, de la pedofilia, del sadomasoquismo , de las perversiones, de la incredulidad, de los que practican el satanismo, de los tramposos, de los mentirosos, los adúlteros de los alcohólicos, de los homosexuales, de los enfermos cualquiera que sea la patología, padecimiento o enfermedad que sufren, de los desprotegidos , de los niños, de los ancianos, de los deprimidos, de los desesperados, los hambrientos de justicia, de los estafadores, de los homicidas y de toda esa patología criminal, antisocial y contraria al bien común que hoy castiga y abruma el mundo entero.
Por ello causa tristeza que muchos grupos de oración, comunidades enteras vivan presuntuosas y hasta vanidosas porque según su mezquino criterio el Señor está únicamente con ellos, crasa visión del mundo y de la vida, y de la omnipotencia, omnipresencia y omnisciencia del gran creador. Son ignorantes o simplemente no han entendido el verdadero sentido de la presencia de Cristo en nosotros, y que fundamentalmente tiene que ver con la salvación, y esta no le está vedada ni negada a ningún ser humano. Ya a la palabra del Señor nos reitera que para ser salvos se necesita entre otras cosas: Amar al Señor por encima del cualquier otra cosa, con todas las fuerzas de nuestro corazón, amar al prójimo, como a nosotros mismos, arrepentirnos de todo corazón por los pecados cometidos, solicitarle al Señor el perdón de los mismos y en una actitud de contrición, no volver a cometerlos. En este orden de ideas hay que recordar que la mayoría de nuestros santos llegaron- salvo excepciones- al camino de la santidad o la lograron, precedidos de un pasado y de un conjunto de antecedentes precisamente no tan transparentes ni llenos de conductas positivas, actos bondadosos, altruistas, generosos o espiritualmente ejemplares.
En el mundo actual existen un sector muy grande de personas que se encuentran viviendo en su propio infierno en esta vida terrenal, por haber asumido conductas contrarias a la moral, la ética y a la ley de Dios, aún así, tienen la preciosa y gran oportunidad de redimirse , dejando atrás ese pasado nefasto y censurable para iniciar una nueva vida en el Señor, ejerciendo y practicando sus mandamientos, recordemos qué hay fiesta en el cielo por cada pecador que se arrepiente y se convierte , y también está escrito que el pastor va en busca de la oveja perdida sin importarle las otras noventa y nueve que han quedado en el rebaño, para desarrollar un gran esfuerzo y rescatar a la oveja perdida y una vez encontrada, la alegría vuelve a su corazón porque el rebaño está completo y vuelve a su redil, así nos enseñó nuestro Mesías, Jesucristo en la parábola del buen pastor: yo soy el buen pastor las ovejas escuchan mi voz y me conocen, por ello me siguen, por qué además conmigo no les ocurrirá nada malo, en cambio quien no es su pastor, viene a engañarlas, a robarlas , a asesinarlas.
Así el título de estas reflexiones, está vinculado con lo expresado anteriormente, y esa razón nos permite afirmar que los seres humanos somos frágiles en el sentido de sucumbir muchas veces ante la tentación, por ello en nuestro caso y en el caso de la mayoría de los católicos cristianos y de las personas en general resulta muy pertinente y además favorable recordar y poner en práctica la siguiente expresión: "Con la tentación no se negocia". Esto se traduce en la práctica de nuestra vida, pero el en evitar con cedernos esos “permisitos” o “pequeñas licencias” para realizar actos que por su sencillez no poseen una carga muy alta de censura o de sanción moral, ética o espiritual. Por ejemplo:
- Si usted es una persona casada, ¿Por que darse permiso para coquetear con otra persona que no es su pareja?
- ¿Por qué incurrimos en alguna mentira aunque se trate de las llamadas mentiras blancas?
- ¿No vemos que una mentira lleva a otra y está a su vez lleva a otra y a otra, por lo cual indefectiblemente nos transformaremos en unos mentirosos?
- ¿Por qué, si somos comerciantes, remarcamos el precio de las mercancías que por efecto de mercado han subido y que por tenerlas almacenadas en nuestros depósitos no vendimos para especular con su precio?
- ¿Por qué asumimos en privado conductas que en nada se compadecen con las que adoptamos en público, estas últimas no guardan correspondencia con las que practicamos en nuestras casas y en nuestra vida cotidiana y que muchas veces son violentas, abusivas, intolerantes, rayando a veces en lo inmoral e ilícito?
- ¿Por qué somos discriminadores y por qué no aceptamos que otros que no son asiduos visitantes a la misa diaria, puedan en algún momento ser lectores o desarrollar alguna actividad religiosa dentro de nuestra comunidad, porque ellos o ellas son prostitutas, ladrones, drogadictos, corruptos etcétera?
- ¿Nos hemos preguntado en alguna oportunidad si hemos cumplido con nuestra obligación de llevarle la buena nueva a esas personas que precisamente ya hemos juzgado y condenado excluyéndolas de nuestro reducido club, de nuestro cenáculo, de nuestro grupo de oración o de nuestra parroquia?
No vemos las razones ni los motivos por los cuales algunas comunidades eclesiales y grupos de laicos asumen esta actitud. Es preciso que miremos hacia nuestro interno, buscando en nuestra interioridad ¿En donde están nuestros errores? Es urgente, necesario e imperativo ir al "Cuarto de nuestros chécheres" (Esta expresión en Venezuela significa: trasto o cosa inútil, y que guardamos en un lugar de nuestra casa, no público, para impedir que los terceros se enteren de las cosas que hemos tenido y que ya no usamos, porque no nos gustan o porque con las mismas cometimos errores, al adquirirlas , o cuando las usamos , o porque con ellas le hemos causado daño a otras personas) para que podamos hacer un inventario de todas aquellas cosas, sentimientos, afectos, complejos, odios, enemistades, resentimientos, miedos, temores, sufrimientos, traumas, y otras situaciones que habiendo quedado en el pasado todavía recordamos y las proyectamos en el presente y que traen como consecuencia nuestro repudió a todos aquellos que no son iguales a nosotros, que actúan distinto nosotros, que no confiesan nuestra propia fe o que simplemente conforme los criterios de conducta y valoración que manejamos son malos, perversos, impíos, crueles y servidores del mal, arrastrando por ello la carga o fardo de no tener derecho a que se le perdonen sus pecados o culpas , en fin, ya han sido sentenciados por nosotros, al fuego eterno del infierno.
Para ponerle fin a estas reflexiones me permitiré extraer algunos fragmentos de los evangelios de San Lucas y San Juan que por sus contenidos son categóricamente aleccionadores:
Evangelio según san Lucas capítulo 18 versos 9 al 14.
La parábola del fariseo y del cobrador de impuestos.
"Dos hombres fueron el templo a orar. El uno era fariseo, y el otro era uno de esos que cobran impuestos para Roma. El fariseo de pie oraba así "Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás, que son ladrones, malvados y adúlteros, ni como ese cobrador de impuestos. Yo ayuno dos veces a la semana y te doy la décima parte de todo lo que gano. Pero el cobrador de impuestos se quedó a cierta distancia, y ni siquiera se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba en el pecho y decía, Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador. Les digo que este cobrador de impuestos volvió a su casa ya justo, pero el fariseo no. Por qué el que a sí mismo se engrandece, será humillado y el que se humilla será engrandecido".
La palabra de Dios transcrita, ratifica en todo, lo que se ha venido afirmando anteriormente en relación con la posición asumida por ciertos cristianos y comunidades cristianas y eclesiales que no se sabe por qué razones no han logrado captar el verdadero sentido de la palabra sagrada. Allí para muestra está un ejemplo, la parábola del fariseo y del recaudador de impuestos es sin duda paradigma de nuestra naturaleza humana y de ese querer ser mejor que los demás y pensar que podemos manejar a Dios a nuestro antojo, al punto de desear que el mismísimo creador se ajuste a nuestros valores, instrucciones y órdenes, es triste pero es la verdad. Si tuviésemos el poder o la facultad, serían numerosas las personas que ya estuviesen condenadas por nosotros, pero afortunadamente no es así, el Señor conoce nuestra propia naturaleza pues El es nuestro Creador y afortunadamente Dios es misericordioso, piadoso y perdona todas nuestras faltas, no contentándose únicamente con ello, sino que además olvida y cancela absolutamente todos nuestros pecados, faltas, omisiones y transgresiones para nunca recordarlas y no sean utilizadas en nuestra contra en el juicio final como argumentos de nuestra responsabilidad, por qué su hijo Jesucristo llevó sobre sus espaldas todos nuestros pecados, culpas, faltas y transgresiones y con su muerte en la cruz clavó nuestras irresponsabilidades, inmoralidades, corrupciones y violaciones a la verdad , a la ética, a la vida y a su propio nombre.
Evangelio según San Juan, versos 14 al 16
Jesús, el buen pastor.
"Yo soy el Buen Pastor. Así como mi Padre me conoce a mí y yo conozco a mi padre, así también yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí. Yo doy mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas que no son de este redil y también a ellas debo traerlas Ellas me agradecerán, y formarán un solo rebaño con un solo pastor. El padre me ama porque yo doy mi vida para volverla a recibir. Nadie me quita la vida, sino que yo la doy por mi propia voluntad. Tengo el derecho de darla y de volver a recibirla. Esto es lo que me ordenó mi Padre"
Infinidad de creyentes y no creyentes están contestes en concluir que uno de los textos más hermosos de
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