IMAGEN UNO:LIOBA O LEOBA, SANTA. VIRGEN. ABADESA”. AÑO 782. FIESTA 28 DE SEPTIEMBRE.
IMAGEN DOS:PROF. DR.MERVY ENRIQUE.GONZÁLEZ FUENMAYOR...
"LOS ENEMIGOS DE DIOS , SON LOS PRIMEROS EN LLAMARLO .CUANDO ELOCASO LES VISITA". MEGF. JUEVES 08 DE NOVIEMBRE DE 2012
LA NOTA CORTA.-“LIOBA O LEOBA, SANTA. VIRGEN. ABADESA”. AÑO 782. FIESTA 28 DE SEPTIEMBRE.
POR PROF. DR.MERVY
ENRIQUE.GONZÁLEZ FUENMAYOR.mervyster@gmail.com.
MARACAIBO-ESTADO
ZULIA- REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
-AMÉRICA DEL SUR.
REDACTADA Y PUBLICADA EN LA RED: JUEVES 08 DE NOVIEMBRE DE 2012.
Abadesa
Martirologio Romano: En Maguncia, de la Renania, en Austrasia
(hoy Alemania), santa Leoba, virgen, la cual, pariente de san Bonifacio, fue
llamada por él desde Inglaterra a Germania y presidió el monasterio, a orillas
de Tauber, donde con la palabra y el testimonio condujo a las siervas de Dios
por el camino de la perfección (c. 782).
La participación activa de las monjas y hermanas religiosas en
las misiones extranjeras se ha extendido y desarrollado tanto en nuestros
tiempos, que hemos llegado a considerarlas como una moderna innovación. Por
cierto que no hay tal y, aparte de ciertas diferencias de métodos, debidas al
desarrollo de las "congregaciones activas sin clausura", nos
encontramos con que el mismo sistema de misiones se practicaba ya en las edades
sombrías, cuando se iniciaba la evangelización de los bárbaros en Europa. Como
ejemplo, basta citar la solicitud de misioneras que hizo San Bonifacio y a la
que respondieron Santa Lioba, Santa Tecla, Santa Walburga y otras muchas, desde
su tranquila abadía de Wimborne, para trasladarse a las tierras salvajes de los
herejes germanos. Lioba pertenecía a una buena familia del Wessex y su madre,
Ebba, estaba emparentada con San Bonifacio. Desde niña, Lioba quedó internada
en el monasterio de Wimborne, en el Dorsetshire, al cuidado de la abadesa,
Santa Tetta. A la muchacha se la había bautizado con el nombre de Thruthgeba,
que fue transformado por las gentes que la trataban en Liobgetha (Leofgyth) y
abreviado luego a Lioba, que significa "la bien amada", un nombre que
cuadraba a maravilla a un ser tan precioso a los ojos de Dios y de los hombres
y que su dueña no dejó de usar nunca. Cuando llegó a la mayoría de edad, Lioba
decidió permanecer en el monasterio, hizo su profesión y progresó rápidamente
en virtud y saber. Su inocencia y su buen sentido servían de ejemplo aun a las
monjas de mayor edad y experiencia. Su deleite lo encontraba en la lectura y
las devociones.
En el año de 722, San Bonifacio fue consagrado obispo por el Papa San Gregorio II y al momento se le envió a predicar el Evangelio en Sajonia, Turingia y el Hesse. Bonifacio era natural de Crediton, localidad cercana a Wimborne y, cuando las noticias de sus trabajos y sus éxitos entre los germanos llegaron a oídos de las monjas de aquel monasterio, su joven pariente, Lioba, se atrevió a escribirle en estos términos:
"Al muy reverendo Bonifacio, portador de la más alta dignidad y bienamado de Cristo, yo, Liobgetha, a quién él está vinculado por la sangre, la menor de las siervas de Cristo, manda saludos por la salvación eterna.
"Ruego a vuestra bondad que recordéis la amistad que os unía a mi padre, Dynne, cuando morabais los dos en la comarca del oeste. Mi padre murió hace ocho años, y os suplico que no retengáis vuestras oraciones por la salvación de su alma. También recomiendo a vuestra memoria a mi madre, Ebba, que aún vive, pero entre los sufrimientos; ella está emparentada con vos, como bien lo sabéis. Yo soy la hija única de mis padres y, aunque no lo merezco, me gustaría miraros como a mi hermano, puesto que ya confío en vos más que en cualquier otro de mis parientes. Os envío este pequeño regalo [¿Tal vez la misma carta?], no porque sea digno de vuestra consideración, sino sencillamente para que tengáis algo que os recuerde a la pobre de mí y así no me olvidéis aunque estéis tan lejos que mi presente acorte el lazo de verdadero amor entre nosotros para siempre. Os pido, amado hermano, que me ayudéis con vuestras plegarias contra los ataques del enemigo oculto. Os pediré también que, si vuestra bondad os lo dicta, atendáis mi inculta carta y no rehuséis a enviarme a cambio unas cuantas amables palabras vuestras, que ya desde ahora espero ansiosamente como una muestra de vuestra buena voluntad. He tratado de componer las líneas que siguen, de acuerdo con las reglas del verso, como un ejercicio para mi mínima destreza en la poesía, en lo cual también tengo necesidad de vuestra guía. He aprendido estas artes de mi maestra Edburga, que siempre tiene presente la santa ley divina. ¡Adiós! ¡Qué viváis muchos años muy feliz y que roguéis siempre por mi!
En el año de 722, San Bonifacio fue consagrado obispo por el Papa San Gregorio II y al momento se le envió a predicar el Evangelio en Sajonia, Turingia y el Hesse. Bonifacio era natural de Crediton, localidad cercana a Wimborne y, cuando las noticias de sus trabajos y sus éxitos entre los germanos llegaron a oídos de las monjas de aquel monasterio, su joven pariente, Lioba, se atrevió a escribirle en estos términos:
"Al muy reverendo Bonifacio, portador de la más alta dignidad y bienamado de Cristo, yo, Liobgetha, a quién él está vinculado por la sangre, la menor de las siervas de Cristo, manda saludos por la salvación eterna.
"Ruego a vuestra bondad que recordéis la amistad que os unía a mi padre, Dynne, cuando morabais los dos en la comarca del oeste. Mi padre murió hace ocho años, y os suplico que no retengáis vuestras oraciones por la salvación de su alma. También recomiendo a vuestra memoria a mi madre, Ebba, que aún vive, pero entre los sufrimientos; ella está emparentada con vos, como bien lo sabéis. Yo soy la hija única de mis padres y, aunque no lo merezco, me gustaría miraros como a mi hermano, puesto que ya confío en vos más que en cualquier otro de mis parientes. Os envío este pequeño regalo [¿Tal vez la misma carta?], no porque sea digno de vuestra consideración, sino sencillamente para que tengáis algo que os recuerde a la pobre de mí y así no me olvidéis aunque estéis tan lejos que mi presente acorte el lazo de verdadero amor entre nosotros para siempre. Os pido, amado hermano, que me ayudéis con vuestras plegarias contra los ataques del enemigo oculto. Os pediré también que, si vuestra bondad os lo dicta, atendáis mi inculta carta y no rehuséis a enviarme a cambio unas cuantas amables palabras vuestras, que ya desde ahora espero ansiosamente como una muestra de vuestra buena voluntad. He tratado de componer las líneas que siguen, de acuerdo con las reglas del verso, como un ejercicio para mi mínima destreza en la poesía, en lo cual también tengo necesidad de vuestra guía. He aprendido estas artes de mi maestra Edburga, que siempre tiene presente la santa ley divina. ¡Adiós! ¡Qué viváis muchos años muy feliz y que roguéis siempre por mi!
Arbiter
omnipotens, solus qui cuncta creavit
in regno Patris semper qui lumine fulget
qua iugiter flagrana, sic regnat gloria Christi,
illaesum servet semper te iure perenni.
(El Supremo Hacedor omnipotente quiera,
desde el esplendor de su reino eterno
do mora Cristo, gloria del divino Verbo,
conservaros en salud imperecedera.)
in regno Patris semper qui lumine fulget
qua iugiter flagrana, sic regnat gloria Christi,
illaesum servet semper te iure perenni.
(El Supremo Hacedor omnipotente quiera,
desde el esplendor de su reino eterno
do mora Cristo, gloria del divino Verbo,
conservaros en salud imperecedera.)
No dejó Bonifacio de sentirse conmovido por
una misiva tan tierna y mantuvo una larga correspondencia con las monjas de
Wimborne, hasta el año de 748, cuando escribió a la abadesa Santa Tetta para
rogarle que le enviase a Lioba, junto con otras compañeras, para establecer
algunos monasterios y centros de religión para mujeres en la naciente Iglesia
de Alemania. En seguida respondió la abadesa a la solicitud y envió a las
tierras de herejes unas treinta monjas, entre las que figuraban Santa Lioba,
Santa Tecla y Santa Walburga. Todas se reunieron con San Bonifacio en Mainz y
éste puso a Lioba al frente de la comunidad y la instaló en un monasterio que
fue llamado Bischofsheim, es decir, "Casa del Obispo", por lo que
puede suponerse que Bonifacio cedió su residencia a las monjas. Bajo la
dirección de Lioba, el convento se pobló rápidamente y de él salieron las
monjas para ocupar otras casas que la propia Lioba fundó en Alemania.
Un monje de Fulda, llamado Rodolfo, quien escribió un
relato sobre la vida de la santa antes de que hubiesen transcurrido sesenta
años desde su muerte, según los testimonios de cuatro de las monjas de su
convento, afirma que todas las casas de religiosas en aquella parte de
Alemania, solicitaban una monja de Bischofsheim para que las guiase. La propia
Lioba, entregada totalmente a su trabajo, parecía haberse olvidado de Wessex y
de sus gentes. Su belleza era notable: tenía el rostro "como el de un
ángel", siempre plácido y sonriente, aunque rara vez se la oía reír. Nadie
la vio jamás de mal humor, ni la oyó decir una palabra dura; su paciencia y su
inteligencia eran tan amplias como su bondad. Se dice que la copa en que bebía
era la más pequeña de todas y ese dato nos da la pauta para afirmar que se
entregaba a ayunos y austeridades, en una comunidad sujeta a las reglas de San
Benito, donde no se comía más que dos veces diarias. Todas las monjas
practicaban los trabajos manuales, ya fuera en la cocina, el comedor, el huerto
o los quehaceres domésticos y, al mismo tiempo, recibían lo que ahora se
llamaría una "educación superior"; todas aprendían latín, y el salón
destinado a la escritura estaba siempre ocupado. Lioba no toleraba las
penitencias excesivas, como privarse del sueño, e insistía en que todas descansasen
al medio día, como lo mandaba la regla. Ella misma se recostaba durante aquel
período, mientras alguna de las novicias le leía un pasaje de la Biblia y, si
acaso parecía que la madre abadesa se había dormido y la lectora descuidaba un
tanto su tarea, no pasaba un instante sin que Lioba abriese los ojos y la boca
para corregirla. Tras el descanso, Lioba dedicaba dos horas para charlas con
cualquiera de las hermanas que quisiese hablar con ella. Todas estas
actividades estaban al margen del deber principal de la oración pública, la
adoración a Dios y la asistencia a los sacerdotes que trabajaban en la misión
junto con ellas. Existe todavía una carta de San Bonifacio dirigida a "las
muy reverendas y muy amadas hermanas Lioba, Tecla, Cienhilda y las que moran
con ellas", para pedirles que continúen la práctica de orar
constantemente. La fama de Santa Lioba se había extendido por todas partes; los
vecinos acudían a ella cuando les amenazaba el peligro de incendio, la
tempestad o la enfermedad, y los hombres responsables en los asuntos de la
Iglesia y del Estado le pedían consejo.
En el año de 754, antes de que San Bonifacio emprendiese
su viaje misionero a Frieslandia, recibió una conmovedora despedida por parte
de Lioba, a quien recomendó encarecidamente a San Lull, el monje de Malmesbury
que fue su sucesor en la sede episcopal, lo mismo que a todos sus monjes de
Fulda, mandándoles que cuidaran de ella con todo respeto y honor. En aquella
ocasión, San Bonifacio manifestó su deseo de que, cuando Lioba muriese, fuera enterrada
en su tumba, de manera que sus cuerpos aguardasen juntos la resurrección y se
levantasen juntos para ir al encuentro del Señor y estar así eternamente unidos
en el reino de Su amor. Después del martirio de San Bonifacio, Lioba visitaba
con mucha frecuencia su tumba en la abadía de Fulda y, por dispensa especial,
se le permitió algunas veces entrar en la abadía para asistir a ceremonias y
conferencias en honor de su santo pariente. Cuando Lioba era ya muy anciana,
después de haber gobernado a Bischofsheim durante veintiocho años, hizo visitas
de inspección a todos los conventos que estaban a su cuidado renunció a su
cargo de abadesa y fue a residir al monasterio de Schónersheim a seis
kilómetros de Mainz. Su amiga, la Beata Hildegarda, esposa de Cario-magno, la
invitó con tanta insistencia a la corte de Aachen, que no pudo negarse a ir,
pero su estadía fue breve, porque insistió, a su vez, en regresar a su soledad.
Al despedirse de la reina con muchos abrazos y besos, le dijo: "¡Adiós
parte preciosa de mi alma! Cristo, nuestro Creador y Redentor, quiera
otorgarnos la gracia de volver a vernos, sin peligro de confundir los rostros,
en el claro día del juicio final, porque en esta vida no volveremos a
mirarnos". Así fue, porque Santa Lioba murió pocos días después de haber
regresado de la corte y fue sepultada en la iglesia de la abadía de Fulda, no
en la misma tumba de San Bonifacio, porque los monjes temían perturbar sus
reliquias, pero junto a ella, en el lado norte del altar mayor. A Santa Lioba
se la menciona en el Martirologio Romano y su fiesta se celebra en varias
partes de Alemania.( LIOBA O LEOBA, SANTA.
VIRGEN. ABADESA AÑO 782. FIESTA 28 DE SEPTIEMBRE. FUENTE:
GEOCITIES.COM/MISA_TRIDENTINA 01.TOMADO DEL SITIO CATHOLIC.NET)
IMAGEN UNO:LIOBA O LEOBA, SANTA. VIRGEN. ABADESA”. AÑO 782. FIESTA 28 DE SEPTIEMBRE.
IMAGEN DOS:PROF. DR.MERVY ENRIQUE.GONZÁLEZ FUENMAYOR...
"LOS ENEMIGOS DE DIOS , SON LOS PRIMEROS EN LLAMARLO .CUANDO ELOCASO LES VISITA". MEGF. JUEVES 08 DE NOVIEMBRE DE 2012
Para citar este artículo: si se tratase del caso ejemplificado:
GONZÁLEZ
FUENMAYOR, Mervy Enrique .El Ejercicio del Principio Inquisitivo: ¿Ofrenda a la
Ética o a la Justicia? Maracaibo, Venezuela La Universidad del Zulia.
28-Enero-2009. Disponible en: )
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REDACTADA EL 01 DICIEMBRE DE 2009.
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